Llevar el piano en la cabeza

Llevar el piano en la cabeza no era una anécdota sino una profesión. Así lo documentó Mário de Andrade en 1938. Este artista polifacético, escritor y pianista también creó una palabra para designar la pasión desmedida por el piano: PIANOLATRÍA.


Parece ser que antes de existieran las camionetas, había una profesión que consistía en hacer mudanzas llevando el piano en la cabeza, atravesando la ciudad. Muchos de estos cargadores de piano eran descendientes de esclavos, trabajaban en grupos de 6 a 8 hombres, según el peso del piano, bajo la dirección de un jefe o capataz y realizaba la mudanza contratada. Sacaban el piano de la casa con todo cuidado, y se lo ponían sobre la cabeza, encima de un paño para amortiguar el peso. A la señal del jefe empezaban todos a caminar como siguiendo una marcha militar, para hacer el peso más llevadero y así incluso no desafinar el instrumento. Y debía ser todo un espectáculo porque además parece que iban cantando y contaban con un repertorio definido. Cuando entraban en una ciudad cantaban: "El agua es para beber, la plancha para alisar, abre las alas mi gente, que el piano quiere pasar". Pero si el piano era el de una viuda, entonces la mudanza se hacía en total silencio, para demostrar respeto.