Ocón

Ocón y Rivas, Eduardo. Benamocarra (Málaga), 1833 – Málaga, 1901. Organista, compositor, fundador y director del Conservatorio de Málaga. Su padre era cerrajero y su madre se encargaba del cuidado de sus cinco hijos, siendo Eduardo el tercero de ellos. 

Eduardo Ocón fue una de las figuras más relevantes en la música española del siglo XIX y uno de los principales promotores del nacionalismo musical en nuestro país. Durante años se dedicó a recopilar melodías populares, posteriormente agrupadas en Cantos españoles, Colección de Aires Nacionales y Populares (1874), manual muy consultado por Bretón, Falla, Vives o Pedrell y publicado por Breitkopf y Härtel en 1874. Fue esta, sin duda, una de sus más valiosas aportaciones al nacionalismo posterior y que posiblemente eclipsó el resto de composiciones. 

El malagueño Eduardo Ocón se inició en la música como seise de la Catedral de esta ciudad, donde ingresó con siete años. Allí permaneció hasta 1848. Con el maestro Murguía, organista de la Catedral, aprendió las primeras nociones de Solfeo y Órgano. Niño prodigio, como constatan algunas fuentes, llegó a componer a la edad de trece años un Miserere, hoy desaparecido y que fue interpretado durante décadas en la Semana Santa. Prácticamente toda su vida transcurrió vinculada a la Catedral malagueña. Además de vivir desde 1893 en su torre, fue ministro de coro, organista, campanero mayor y archivero e investigador de sus fondos musicales. Esta relación sólo se interrumpió con sus viajes por Europa en la década de 1860-1870, un período de licencia vital tanto para su trayectoria personal como profesional. En Bruselas, conoció al famoso musicógrafo y compositor, F. J. Fétis, director por aquel entonces del Conservatorio de Música de Bruselas. En Alemania, impresionado por su paisaje y obras de arte, compuso Rheinfahrt (Estudio Fantástico), una de sus páginas más notorias.

Pero fue París la ciudad que más le marcó profesionalmente. Allí residió desde 1867 hasta 1870, y allí compuso obras tan significativas como Recuerdos de Andalucía (Bolero de Concierto), En la playa (Barcarola); Estudio-Capricho para la mano izquierda y su Gran Vals Brillante. Todas ellas para piano.

En 1878, el rey Alfonso XII —a quien Ocón dedicó una cantata, estrenada en el Teatro Real en 1858— le otorgó la Encomienda de Isabel la Católica. En 1879, fue nombrado académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Director de la Sociedad Filarmónica de Málaga y creador y director del Conservatorio malagueño. Eduardo Ocón fue además socio honorario de la Sociedad de Conciertos de Madrid, entidad con la que mantuvo estrecha relación y con la que colaboró en varias ocasiones. El músico malagueño fue además profesor de Armonía y Composición de Amadeo Vives y amigo de Granados, Gounod, Saint-Saëns, Malats, Chapí, Arrieta o Isaac Albéniz.

Murió en Málaga en 1901, víctima de una pulmonía. En nota necrológica, Rafael Mitjana escribió: “Eduardo Ocón ha muerto como vivió. Como un santo, y a su tumba le acompañan como homenaje póstumo y sincero, las lágrimas de sus discípulos que son muchos, y las lágrimas de sus amigos que son más”.

Eduardo Ocón fue un autor prolífico y compuso buen número de obras vocales, religiosas en su mayoría: siete misas, salves, responsorios, motetes, letanías e himnos. En todo este corpus cabe destacar una Cantata para el Natalicio de Alfonso XII y su famoso Miserere, a cuatro voces, solistas, coro y orquesta. Creador de una zarzuela, El Grito Español (1859), sobre textos de Ramón Franquelo, entre su obra sinfónica cabe destacar una Sinfonía, de la que sólo se conserva el “Andante”, y las dos orquestaciones realizadas por él mismo de Recuerdos de Andalucía y de la Rapsodia Andaluza, escritas originalmente para piano. Casado con la pianista alemana Ida Borchardt (de familia alemana acaudalada que pasaba temporadas en España). La producción de Ocón para piano con importantes rasgos del romanticismo más puramente centroeuropeo constituye sin duda alguna, una magnífica y valiosa aportación al panorama pianístico de la época, que fueron difundidas en España, Europa e incluso en los Estados Unidos:


* Rapsodia andaluza y el bolero Recuerdos de Andalucía: originalmente para piano, son obras de marcado sabor autóctono, un homenaje a los cantos y bailes de su tierra. Las dos gozaron de enorme prestigio y ambas fueron adaptadas por su autor para distintas formaciones instrumentales.

* Recuerdos de Andalucía es una obra maestra que compuso antes de viajar a París en 1867 donde lo español, lo andaluz y los boleros estaban de moda. El nombre elegido era muy buen reclamo publicitario. Hasta Chopin había compuesto antes, en 1834, el op. 19, un bolero que casualmente tiene un ritmo parecido a algunos bailes polacos (polonesa) y respondía hábilmente a la moda y demanda parisina. Se cree que este bolero de Chopin fue el primero en ser escrito para piano.

Sobre el origen del bolero, se piensa que es una evolución de la seguidilla con cambios en el tempo y ritmo rasgueado de la guitarra. Hay un ritmo que identifica el bolero en compás 3/4: corchea, dos semicorches y cuatro corcheas. A partir del texto de la seguidilla basado en copla y refrán se genera una estructura ABA. La melodía es de corte clásico, rica en apoyaturas, mordentes, diseño descendente por grado conjunto adornado por flores superiores en tresillos. La armonía es más bien sencilla pero con cadencias (la frigia) y modos particulares de influencia oriental. Suele usarse el modo menor, intercalando a veces un modo mayor en la parte central. Como suele ocurrir, una vez popularizado el bolero, se acabó llamando así a casi cualquier cosa

* Estudio-Capricho para la mano izquierda, op. 10: compuesto al parecer para una alumna del maestro que se dañó la mano derecha tras un accidente.

* Estudio Rheinfahrt (Estudio Fantástico): esta pieza que se traduce como viaje por el Rin es de corte virtuosístico y pretende aprovechar al máximo las posibilidades del piano. Muy en la línea de otros estudios del momento, fue obra ampliamente difundida e interpretada en escenarios de todo el mundo. La atmósfera del Rin y el curso del agua es creada en base a una figuración de arabescos que envuelve toda la pieza a modo de ostinato y elaborando un acompañamiento. Esos arabescos son antecesores de la música de Debussy, pues la sonoridad que conforman se asemeja al curso del agua, recurso que suele encontrarse en multitud de piezas del compositor francés. 

* Gran Vals Brillante: es una obra de salón y una de sus primeras obras publicadas en España.

* Meditación: aunque publicada en una página en la revista Álbum Artístico (Málaga, 1896) es más elaborada y profunda de lo que parece. Es la pieza con menos rasgos de música nacionalista andaluza o de salón. Encaja a la perfección en el repertorio romántico decimonónico de piezas de corta duración gracias a un título en absoluto relacionado con la música, sino más bien descriptivo. En esta Meditación no hay un acorde que dure más de un compás y las modulaciones oscilan entre más de ocho tonalidades diferentes en una pieza de sólo 18 compases.

* En la Playa, Barcarola: insertada en 1899 en la revista de música  llamada "La Música Ilustrada" , motivo por el cual es una composición breve de solo 79 compases. Escrita en compás 6/8, se adscribe a una forma musical propiamente romántica, como fue la barcarola y llama la atención la ausencia de un tema contrastante. Ocón vivía muy cerca del mar.

* Amor inmortal. Capricho para piano: es una pieza escrita en compás de 3/4 y en la tonalidad de Re bemol mayor. De corte melódico y factura intimista, la partitura está dedicada a su amigo Guillermo Karsten.


Fuentes:

Recuerdos de Andalucía de Eduardo Ocón y Rivas en el contexto del bolero para piano del siglo XIX, una aproximación. Ana Benavides.

La MÚSICA PARA PIANO DE EDUARDO OCÓN, de Miguel Ángel Galeote Yuste

Otras menores.